domingo, 11 de julio de 2010

La 'antimoda'



SOCIEDAD

Loewe desafía las leyes de la industria del diseño. Actualiza prendas clásicas hechas en piel que no entienden de temporadas y aspiran a resistir el paso del tiempo

11.07.10 - 01:39
Frente a la insaciable voracidad de una industria que vomita colecciones a todas horas, Loewe ha decidido poner un punto de sensatez y calma en el convulso mundo de la moda. La firma española del lujo por antonomasia ha echado el freno a sus talleres y trasladado una interesante reflexión al concebir una línea de corte clásico que rehuye el valor intrínseco del diseño -la exaltación de lo efímero- compuesta por nueve prendas masculinas y doce femeninas. Desde este mes, estará siempre disponible en las tiendas.
La marca integrada en el imperio de Louis Vuitton y cuyas riendas creativas maneja desde hace poco más de dos años el británico Stuart Vevers se desliza sorprendentemente por una senda de lo más sosegada con el lanzamiento de 'Leather Icons: La Colección'. Evidentemente, no es una colección cualquiera. Son piezas hechas en piel -«el ADN de la firma»- en nobuck, ante y, por supuesto, en la ultrasuave napa a la que tanta fama debe una marca con más predicamento en el extranjero que en el mercado nacional: una piel de oveja merina de siete milímetros de grosor, tan «suave y ligera que se comporta como si fuera seda», confiesa Vevers a 'V'.
Con la mayoría de casas de moda cuadrando las cuentas como buenamente pueden, Loewe se desmarca de los clientes manirrotos que se visten acorde a 'lo-que-se-lle-va' cada temporada y hace un guiño a los que confían en un fondo de armario que antepone la calidad a la tendencia y detesta las excentricidades, sin ignorar las tendencias modernas. Vevers, que traslada al lujo un aire deportivo y sofistica el sport, se olvida -y con él sus clientes- de caprichos innecesarios y, también, extremadamente caros.
Sin un tufillo rancio
A Loewe no le han dolido prendas en subrayar que Leather Icons «no es una colección de moda». Está hecha para resistir el paso del tiempo. Es casi la 'antimoda'. Un grito de lo más coherente en medio de tanto trajín, en muchas ocasiones sin sentido, y un sopapo en toda regla al consumo desmedido. Son prendas de toda la vida -pantalones pitillo, una trenca, faldas tubo por encima de la rodilla, cazadora con cremallera y capucha, el abrigo corto o un plumas acolchado sin mangas- actualizadas para armar un ropero contemporáneo y básico en piel dotado de un marchamo «moderno, sexy y funcional». En este sugerente coqueteo de recuperar lo clásico sin despedir un tufillo rancio, Stuart impulsa los contrastes y aplica soluciones insólitas mediante cortes y proporciones sorprendentes en prendas cuyas terminaciones se perfilan sin costura.
En momentos extremadamente complicados como los actuales, se alía con el negro, el color esencial del cuero y el más contundente, en su opinión, para transmitir un mensaje «más fuerte y centrado. Siempre pienso que el negro hace que el cuero tenga más fuerza y sea más sexy». Con una apuesta que desafía las leyes de la moda, Dan Jackson fotografió a diez personajes muy diferentes para encajar la colección en un público lo más heterogéneo posible y muy distinto en edades, siluetas y gustos.
En línea con una propuesta tan revolucionaria, Jackson puso bajo sus focos a «gente con estilo propio» que mezcló prendas de Loewe con la ropa que llevaban puesta cuando llegaron a la sesión de fotos para que todo resultase «más natural y espontáneo». El casting fue de lo más pintoresco. Incluyó a Tricia Ronane -ex mánager de los míticos The Clash y mujer del bajista de la banda-, la bloguera Gala González, la modelo y cantante Bimba Bosé, Ben Cob, editor de la revista londinense 'An other man', Jeneil Williams, una maniquí que vuelve locos desde hace tiempo a Marc Jacobs, Vivienne Westwood y Giles Deacon, y, por supuesto, Pixie Geldof. A sus 19 años, esta 'it girl' se ha convertido en todo un icono de estilo y en uno de los principales objetivos de los paparazzis londinenses. Con ellos, la moda intenta dar larga vida a unas piezas que sencillamente no entienden de temporadas.