viernes, 19 de febrero de 2010

A TODO TRAPO

SOCIEDAD
Cibeles Madrid Fashion Week exhibe durante seis días las costuras de la moda española a través del talento creador de más de cuarenta diseñadores
19.02.10 - 00:07 -
ARANTZA PRÁDANOS

Pruebas. Roberto Verino comprueba el ajuste de las piezas de su nueva colección
la víspera del desfile. :: ELVIRA MEGÍAS


NURIA FERNÁNDEZ MODELO. 22 AÑOS
«En uno de mis primeros desfiles me quedé con un pecho al aire, y las monjas del colegio ni sabían que era modelo»

Empecé «con 14 años». Criatura. Nuria Fernández tiene hoy 22, dejó el colegio de monjas hace rato y derrocha soltura ante los intrusos mientras pasa por chapa y pintura en el 'backstage' de Madrid Fashion Week. Maquillaje, peluquería y manicura e ¡voilá!, este junco de mujer -1,80 metros- con plazas fuertes como Nueva York, Milán y París en su currículo, deviene en ninfa de ojos ahumados y labios reventones, un palmo más alta aún una vez subida a los tacones. Es su octava Pasarela Cibeles'. Este año su cometido es El Ego, el aperitivo de los jóvenes creadores a la espera de los platos fuertes, los modistos consagrados, a partir de hoy. Suena la música, se encienden los focos, unas carreras por los pasillos de las chicas o los asistentes de vestuario, y brota la magia.
Seis días, 41 diseñadores, 84 modelos, 3 millones de euros de presupuesto, más de 50.000 visitantes esperados... A la Cibeles Madrid Fashion Week se le pueden medir las hechuras con muchas cifras que aquilatan la magnitud de la primera gran cita anual de la moda española pero, en realidad, se resumen en una sola: 26 metros de pasarela. Entre 28 y 31 pasos, según el tranco de cada modelo, para exhibir los mejores trapos 'made in Spain'. El momento de la verdad, en el que «te juegas el trabajo de seis meses». «Bueno, en mi caso, de los últimos cinco años», dice Belén Barbero, de 'Bebas's Closet'. Ella y su firma de moda 'prêt à couture' -a medias entre la confección y la costura a medida- se estrenaron ayer jueves. Se jugaba mucho. Hace un lustro colgó el trabajo de economista por la aguja y el patronaje siguiendo una vocación que no doblegaron los balances contables.
Dos veces al año Cibeles sirve de trampolín a las jóvenes promesas como ella, y de altavoz para los diseñadores consolidados, los Del Pozo, Vittorio & Lucchino, Schlesser, Torretta, Verino, etc. Desde 1985, año inaugural, ha llovido mucho. Leonor Pérez Pita, para todos Cuca Solana, directora sempiterna de la pasarela, recuerda siempre que la cosa empezó con dos y un tambor: una carpa de circo, siete diseñadores y «cuatro gatos» en el público. Hoy, en su 51 edición, el montaje ha cogido altura pero ni la veteranía le libra a uno de los agobios de última hora.

ROBERTO VERINO DISEÑADOR
«Yo creo que hemos evolucionado tanto, la moda española ha crecido tanto que si salimos de esta crisis lo haremos reforzados»

«Siempre es un estreno, siempre». Lo dice Roberto Verino, fijo desde el principio, con dos únicas ausencias -la etapa de los disidentes y otra de la que se curó el año pasado-. «Tú llevas el trabajo hecho pero en los 25 minutos que dura un pase hay cosas que no puedes controlar, que te fallen las luces, la música, que se te caiga una modelo. A mí una vez se me fundieron los plomos y tuvimos que hacer el desfile a oscuras prácticamente, no hubo más remedio», recuerda. El antídoto, invocar a las 'meigas' de su tierra y sentido del humor.
Que se te caiga una modelo. El de Verín (Orense) cita una de las pesadillas de las maniquíes. Darse de bruces sobre la tarima delante del pelotón de cámaras y flashes que las espera al final del paseíllo. Milagro es que no suceda más con los tacones XXL de última moda. «Éstos tienen exactamente 14 centímetros», detalla metro en ristre una amable asistente de Adolfo Domínguez. «Pero son muy cómodos», apostilla. Ya. Las modelos debieran emular a las gimnastas, que entrenan en una barra de equilibrio de 8 centímetros para afrontar con garantías los 10 centímetros del aparato de competición. Que la tendencia dicta taconazos de 15 centímetros, pues los ensayos con alzas suicidas de 20. Incluso las 'top' pueden acabar en el suelo. En la semana de la moda de Nueva York la británica Agyness Deyn se cayó dos veces en apenas cuatro metros. La primera vez se levantó, la segunda se descalzó y arreando. «En esos casos haces como si no pasa nada y sigues adelante. Yo no me he caído nunca pero en uno de mis primeros desfiles me quedé con un pecho al aire, y las monjas del colegio ni sabían que era modelo», ríe Nuria Fernández.
Son gajes del oficio y, a menudo, también tretas del diseñador para captar la atención. «Hay veces que pides que te fijen un escote con cinta adhesiva de doble cara y te dicen que no queda, ¡sí hombre!», afirma la joven. «Sois los medios los que potenciáis unas cosas y no otras. Y a veces a nosotros no nos queda más remedio que provocar si queremos lograr una foto; enseñar un pecho o los dos, o hacer algo raro para aparecer, pero porque a veces valoráis sólo lo que es muy extremo», confirma el maestro Verino.

Con curvas
Viene la reflexión del modisto a cuento del debate recurrente sobre el físico de las modelos. En Cibeles se apaciguó la polémica al implantarse el pesaje de las chicas hace unos años, y ahora algunas publicaciones internacionales de moda se rebelan contra la dictadura demente de la 'talla cero', una 32 ó 34 en España. Puede que sea convicción o mera promoción para engatusar a clientas reales en tiempos de crisis. El caso es que los grandes foros de la moda parecen haber desterrado la imagen de niñas anoréxicas de talla imposible que encumbraron no hace tanto. Sin llegar al michelín, se lleva una mayor naturalidad en las pasarelas.
«Puede que veáis modelos con más cuerpo este año, pero eso os dejo que lo juzguéis vosotros mismos», replica enigmática Esther García, codirectora de Esma Proyectos, la empresa encargada de coordinar los desfiles y los castings de Cibeles y también de la Pasarela Gaudí. Veremos. En el 'backstage' abunda la fruta y la comida sana pero, aun así, dan ganas de repartir bocadillos de mortadela a las chiquillas que corren como aves zancudas de un diseñador a otro en pleno proceso de 'fitting'. No es un deporte de invierno, sino el ajuste de las prendas de cada modisto al cuerpo de la modelo que lo exhibirá.
¿Más curvas? «Mi objetivo es que la gente se sienta a gusto consigo misma. A mí me gustan las mujeres y, por tanto, me gustan con formas, con curvas, una mujer sensual, que se gusta a sí misma y que le gusta gustar. Pero sois también los medios -invoca de nuevo Verino- los que potenciáis unas cosas y no otras».

La botella medio llena
En Cibeles los medios de comunicación también nos empeñamos en hablar de la recesión económica y de su posible reflejo en la pasarela. Los modistos prefieren ver la botella medio llena. Verino invoca París en su nueva colección como conjuro contra la crisis y la murria otoño-invernal y recuerda que los viejos del lugar han visto crisis en todas las décadas y de todas han salido a golpe de esfuerzo. «Las crisis sacan a relucir la imaginación. Ahora es cuando se nota de verdad quiénes son y quiénes no, y es en estos momentos en los que uno tiene que poner en valor muchos aspectos que en épocas de bonanza a lo mejor no los tienes en cuenta. Hemos superado muchas crisis en los 70, en los 80, los 90 y ahora. No le tenemos miedo», refrenda.
Además de cribar el grano de la paja, las grandes crisis económicas han tenido un efecto paradójico a lo largo de la historia. «A mí me gusta recordar que después del crack del 29 la moda se volvió más glamurosa que nunca, y a la crisis del petróleo de los 70 también le siguió un auge enorme de la alta costura y las industrias del lujo», apunta Charo Mora, historiadora de la Moda.
Esta etapa negra puede servir también para definir el futuro del sector en España. «España juega en primera división internacional, y muy bien, con marcas de precio medio como Zara, Mango, Custo, Desigual, y es un gigante en moda de novias después de China, pero no en 'prêt à porter' ni en lujo», explica la experta. Para alcanzar la gloria y que Cibeles o Gaudí puedan codearse con las plazas 'mayores', con París, Milán, Londres o Nueva York faltan «tiempo, producción y tejido financiero», opina Mora. Verino, de nuevo, lo ve por el lado bueno. Desde los 70 -«éramos unos pobrecitos»- se ha avanzado tanto que ahora toca consolidar, «creérnoslo» y aspirar a «escalar puestos dentro de ese grupo de cinco países punteros que dictan la moda, y al que yo creo que ya pertenecemos». La diosa Cibeles te oiga, maestro.

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