miércoles, 14 de marzo de 2012
"China ganará la batalla textil si no cambiamos de parámetros"
lunes, 27 de febrero de 2012
El sector textil navega sin rumbo azotado por la competencia china
Las importaciones de productos del gigante asiático destruyeron 4.647 empresas españolas en un lustro
27.02.12 - 01:01 - CÉSAR CALVAR MADRID.
El sector textil, otrora impulsor principal del desarrollo de los países industrializados, vive una etapa tempestuosa que amenaza su propia supervivencia. Los continuos altibajos en la producción, en las exportaciones, en las cifras de negocios y precios hacen muy difícil predecir cuál será su evolución en un contexto marcado por la feroz competencia de China, que en España se ha llevado por delante miles de compañías, y la búsqueda de nuevos centros donde producir más barato.
La globalización de la economía y la liberalización del comercio han permitido a muchas empresas textiles deslocalizar su producción para abaratar costes, pero también han propiciado la entrada masiva de producto extranjero, lo que ha estancado las exportaciones y disparado el déficit comercial del sector.
Según un análisis de esta industria elaborado por la compañía textil Velilla, en la última década los productos de moda procedentes de China han multiplicado por seis su peso en las importaciones españolas. Las compañías del gigante asiático han arrinconado al fabricante nacional porque sus costes de producción son menores y las prendas fabricadas parecidas a las elaboradas en España, siempre que se sometan a los debidos controles de calidad.
El estudio señala que en solo un lustro, entre 2004 y 2009, el 30% del sector textil español desapareció a causa de las importaciones chinas, un porcentaje que equivale a la destrucción de 4.647 empresas. Por supuesto, dentro de ese sombrío panorama hay notables excepciones e historias de éxito como la del gigante Inditex, que puede presumir de haber logrado un beneficio neto de 1.302 millones de euros entre enero y octubre de 2011 (un 10% más que en el mismo período de 2010). Eso sí, a costa de producir fuera, de abrir nuevas tiendas de Zara en mercados vírgenes como Australia, Taiwan, Sudáfrica y Azerbaiyán y de poner en marcha iniciativas ambiciosas como su nueva división de comercio por Internet.
Altibajos
Para los supervivientes que no son tan grandes como Inditex 2011 fue un año convulso y marcado por los continuos altibajos. Las exportaciones de textil registraron fuertes caídas en marzo, julio y septiembre (en este último mes el descenso llegó al 12%), pero también vertiginosos aumentos como el de octubre (53,5%). Al cierre de 2011 el saldo exterior fue negativo para las empresas españolas: las exportaciones crecieron un 11,6% y sumaron 9.838 millones de euros. Las importaciones avanzaron un 9,9%, hasta 15.331,6 millones, según el Ministerio de Economía.
La producción del sector registró varios cambios de tendencia, como la subida del 8,5% de enero y el batacazo del 11,2% de junio.
La cifra de negocios también sufrió esos vaivenes. Destaca el incremento del 20% que registró en enero y el descenso del 10,7% de octubre. Los mismos altibajos muestran los precios. En el primer semestre los productos de moda se encarecieron un 0,5%, muy por debajo de la tasa de inflación general del período (en torno al 3,5%). De julio a septiembre bajaron, después volvieron a subir y en diciembre cayeron un 1,4%. Al cierre del año los precios del vestido y calzado habían bajado respecto de 2010 un 0,014%, imperceptible para los consumidores. Los datos del IPC reflejaron en enero de 2012, por el contrario, un descenso mensual del 14,4% fruto de la agresiva campaña invernal de rebajas.
La explicación a todos esos vaivenes, explica Velilla en su informe, hay que buscarla en el precio del algodón. La primavera pasada este material marcó máximos históricos al alcanzar los 2,5 dólares (1,95 euros) por libra (unidad de peso equivalente a 0,453 kilos) para bajar en los meses siguientes. Las empresas del sector asisten atónitas a esa volatilidad, que desconocían hasta la fecha en un producto como el algodón.
El porvenir inmediato se presenta complicado para las empresas. Hace una década la fórmula del éxito era diseñar en casa y producir en China, India o Bangladesh. Ahora, a la incertidumbre en el mercado de materias primas se une el alza de costes en esos países y la difícil situación económica. La actividad cayó en el cuarto trimestre de 2011 en España y el Gobierno reconoce que la recesión ya está aquí. Eso mantendrá en niveles bajos el consumo del los hogares, lo que perjudicará a las ventas de vestido y calzado.
martes, 24 de enero de 2012
¿Tu ropa cuesta 80 céntimos la hora?
La promesa de desarrollo a través de la implantación de una industria textil orientada a la exportación es una promesa incumplida en Marruecos. El sector de la confección de prendas de vestir ha alcanzado una gran relevancia para la economía del país y ha generado miles de puestos de trabajo. Pero las ocupaciones creadas no alejan a las personas trabajadoras de la pobreza. Sin perspectivas de mejora en el propio sector y sin que se creen nuevos puestos de trabajo en otros sectores, las obreras de la confección no tienen posibilidad de usar su trabajo precario como trampolín para acceder a otras ocupaciones o a lo que en otros mercados laborales denominaríamos carrera profesional. El tipo de trabajo en el que se encuentran atrapadas limita fuertemente su posibilidad de construcción de redes sociales para mejorar su situación y deteriora su vida personal y familiar.
La Campaña Ropa Limpia y SETEM acaban de publicar el informe La moda española en Tánger: trabajo y supervivencia de las obreras de la confección en el que analiza los factores que mantienen a las trabajadoras de las cadenas de suministro de las firmas de moda en situaciones de pobreza y de gran vulnerabilidad social pese a tener un puesto de trabajo. La investigación se basa en entrevistas a 118 obreras y en varias reuniones e intercambios realizados gracias a la asociación de mujeres trabajadoras Attawassol. El informe dibuja una vida cotidiana extremadamente dura. Sus jornadas laborales suelen ser de más de 10 horas diarias durante seis días a la semana, a las que se debe sumar una media de 6 horas de trabajo doméstico al día; no saben cuándo deberán realizar horas extra que, por otro lado, son obligatorias; los salarios, de unos 200 euros mensuales, no les permiten mantener a sus familias; y no tienen posibilidad de organizarse para defender sus derechos debido a la falta de tiempo y a las muchas presiones y amenazas que reciben si intentan reunirse con sus compañeras.
Tras pasar por sus manos, la ropa que confeccionan estas obreras llega a los escaparates de nuestras ciudades etiquetada por las más prestigiosas marcas. Las empresas transnacionales se han comprometido, a través de sus códigos de conducta, a asumir su responsabilidad en situaciones de explotación laboral en la confección de sus prendas. Las personas consumidoras les podemos y debemos exigir que hagan efectivos estos compromisos a través de las campañas internacionales y de nuestro apoyo a las obreras que luchan por sus derechos.